martes, 20 de septiembre de 2016

- LA SONRISA -

- LA SONRISA -
Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
Enriquece a quienes la reciben,
sin empobrecer a quien la da.
No dura mas que un instante,
pero su recuerdo a veces es eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella.
Nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo.
Es el simbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado.
Anima a los mas deprimidos.
No se puede comprar, ni prestar, ni robar,
pues son cosas que no tienen valor,
hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez se tropieza con alguien
que no sabe dar una sonrisa mas,
sea generoso, dele la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede darsela a los demas.
-Mahatma Gandhi.

Gracias a Dios.

Aunque me tapo los oídos con la almohada y gruño de rabia cuando suena el despertador... gracias a Dios que puedo oír...Hay muchos que son sordos.
Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol se mete en mi habitación... gracias a Dios que puedo ver... Hay muchos que son ciegos.
Aunque me pesa levantarme y pararme de la cama... gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo... Hay muchos postrados que no pueden.
Aunque regaño porque no encuentro mis cosas porque los niños hicieron un desorden... gracias a Dios que tengo familia... Hay muchos solitarios.
Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor... gracias a Dios que tengo alimentos... Hay muchos con hambre.
Aunque mi trabajo es monótono y rutinario... gracias a Dios que tengo ocupación... Hay muchos desempleados.
Aunque no estoy conforme con la vida, peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme... gracias a Dios por la vida.

lunes, 29 de agosto de 2016

Perdonar...


Perdonar es el camino de la liberación, el que realmente se libera es quien perdona, echando fuera de su alma todo rencor y la venganza que solamente lo empobrece y lo consume.
Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones para no hacerlo.
Perdonar cuando te han ofendido y humillado, así se manifiesta la grandeza del corazón.
Solamente el que ama auténticamente puede decir, perdono y olvido.
Perdonar es cuando a pesar de haber sido ofendido te atreves a dar una sonrisa de amor.
Deja hoy tus rencores, ese recuerdo que anhela ver al que te ha ofendido de rodillas pidiendo clemencia.
Deja hoy ese fuego que enciende tu cólera y llena tu ser de rabia y de rencor. Aparta ese sentimiento que tienes cuando ha sido pisoteado tu orgullo y has sido lastimado en lo más profundo, cuando deseas con todas tus fuerzas ver destruido y humillado a quien te ha ofendido.
¿Serías capaz de perdonar a ese amigo que te traicionó, o aquella ofensa de quien tu creías no te podía fallar?
¿Serás capaz de llenar tu alforja de amor y olvido, y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer, tu perdón?
Ahora puedes ser libre, perdonar y olvidar, eleva tu alma a aquel que te perdonó y encuentra la paz.
Dios, sé que tu grandeza y tu más sublime expresión de amor es perdonar. Dame la sabiduría, la comprensión y la fuerza para no darle espacio ni tregua al odio y ser capaz de perdonar y vivir por los demás.
Señor, tu lo sabes mejor que nadie, conoces el corazón del hombre y sabes que hoy deseo amar como nunca imaginé, Señor gracias, porque hoy al fin he perdonado por amor.
Hoy perdono para siempre y arranco de mi alma todos aquellos rencores que me envilecen y me atan al pasado, hoy estoy dispuesto a olvidar, hoy elijo el camino del amor!!
  

lunes, 30 de mayo de 2016

Palabras que hieren.

Palabras que hieren.
No hay nada más doloroso
que las palabras pronunciadas
con el propósito de herir
Palabras que laceran, lastiman
proferidas en momento de arrebato
que indelebles quedan en el alma
Palabras que caen como dardos
que no saben a quien hieren
Palabras que se quedan sin una disculpa
tan solo se esconden detrás de la herida
Palabras que dejan a su paso
un corazón quebrantado, orgullo herido
sentimientos lastimados
que marcan el espíritu sin así quererlo
Palabras rebuscadas en el pasado
dónde antiguas heridas aún permanecen
escondidas debajo de la piel
y que causan mayor dolor que una bofetada
Palabras que con sólo hablarlas
me han quitado el sueño
Son tus palabras más duras
las que hoy me quedan dentro
y van lapidando tu recuerdo.

Fuerza y coraje.

Fuerza y coraje.
Es preciso tener fuerza para ser firme,
pero es preciso tener coraje para ser gentil.
Es preciso tener fuerza para defenderse,
pero es preciso tener coraje para bajar la guardia.
Es preciso tener fuerza para ganar una guerra,
pero es preciso tener coraje para rendirse.
Es preciso tener fuerza para estar en lo cierto,
pero es preciso coraje para tener duda.
Es preciso fuerza para mantenerse en forma,
pero es preciso coraje para mantenerse en pie.
Es preciso tener fuerza para sentir el dolor de un amigo,
pero es preciso coraje para sentir los propios dolores.
Es preciso tener fuerza para esconder los propios males,
pero es preciso coraje para demostrarlos.
Es preciso tener fuerza para soportar el abuso,
pero es preciso coraje para hacerlo parar.
Es preciso tener fuerza para quedarse solo,
pero es preciso tener coraje para pedir apoyo.
Es preciso tener fuerza para amar,
pero es preciso tener coraje para ser amado.
Es preciso tener fuerza para sobrevivir,
pero es preciso coraje para vivir.

Qué le enseñarías a tus hijos?

Qué le enseñarías a tus hijos?
Que aprendan que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas.
Que aprendan que no es bueno compararse con los demás porque siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.
Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame, lo que pueden hacer es dejarse amar.
Que aprendan que "rico" no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Que aprendan que deben controlar sus actitudes o sus actitudes los controlarán.
Que aprendan que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no saben cómo demostrarlo.
Que aprendan que los grandes sueños no requieren de grandes alas sino de un tren de aterrizaje para lograrlos.
Que aprendan que no siempre es suficiente ser perdonados por otros, algunas veces deben perdonarse a sí mismos.
Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte sino producto de decisiones.
Que aprendan que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente.
Que aprendan que, al retener a la fuerza a las personas que aman, las alejan más rápidamente de ellos y, al dejarlas ir, las tienen para siempre a su lado.
Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos: el quererlo exige todo, el amar lo entrega todo.
Que aprendan que toma años construir la confianza y sólo segundos destruirla.

martes, 5 de abril de 2016

Los tres ancianos...

Los tres ancianos.
Una mujer salio de su casa y vió a tres ancianos con largas barbas blancas sentados al frente de su casa. No los reconoció. 
Dijo "creo que no los conozco pero deben de estar hambrientos !!, por favor entren y tengan algo de comer". 
"Está el hombre de la casa dentro?" preguntaron. "No", dijo ella. El está fuera. Entonces no podemos entrar, replicaron. 
Al anochecer cuando su esposo llegó a casa, le contó lo que había ocurrido. "Ve a decirles que estoy en casa e invítalos a entrar". 
La mujer salió e invitó a los hombres a entrar. 
"Nosotros no entramos a la casa juntos", replicaron. ¿Por qué?, quería saber ella. 
Uno de los ancianos explicó: "su nombre es ABUNDANCIA", dijo señalando a uno de sus amigos, y luego dijo señalando al otro, "el es EXITO y yo soy AMOR". 
Luego agregó, ahora entra a tu casa y conversa con tu esposo sobre a cual de nosotros quiere en su casa. 
La mujer fué y le contó a su esposo lo que le habia dicho. Su esposo estaba encantado, ¡que bonito!, dijo. Ya que este es el caso invitemos a la ABUNDANCIA, déjalo entrar y que llene nuestra casa de ABUNDANCIA. 
Su esposa no estaba de acuerdo. "¿Querido por qué no invitamos a EXITO?" Su nuera estaba escuchando desde el otro lado de la casa. Saltó con su propia sugerencia: "¿No sería mejor invitar a AMOR, nuestra casa se llenaría de AMOR.?" 
Escuchemos el consejo de nuestra nuera dijo el esposo a su esposa. Ve e invita a AMOR para que sea nuestro invitado. 
La mujer salió y le preguntó a los tres ancianos, ¿ quien de ustedes es AMOR?, por favor entre y sea nuestro invitado. 
AMOR se levantó y empezó a caminar hacia la casa. Los otros 2 se pararon y lo siguieron. 
Sorprendida, la señora le pregunto a ABUNDANCIA y a EXITO; solo invité a AMOR, ¿ porqué vienen ustedes?. 
Los ancianos replicaron juntos "si tu hubieras invitado a ABUNDANCIA o a EXITO, los otros dos de nosotros nos hubieramos quedado afuera, pero como invitaste a AMOR, a dondequiera que el vaya vamos nosotros con él. 
Donde quiera que haya AMOR hay también ABUNDANCIA y EXITO.

lunes, 4 de abril de 2016

Lloré por no tener...


Lloré por no tener los zapatos de marca que quería, pero vi a un hombre dándole gracias a Dios "sin tener sus pies", me quejo porque Dios no me dio los ojos color azul, pero vi a un ciego decir: "gracias Dios por la luz de un nuevo día", me enojo cuando tengo que caminar porque me canso, mientras un muchacho acelera el paso en su "silla de ruedas para no ser una carga", me da pereza levantarme e ir al trabajo, mientras otros luchan en una "cama de hospital conectados a una máquina de la cual depende su vida" . Doy gracias a Dios por lo que tengo, porque tengo todo lo que necesito, vida, salud, trabajo, ganas. Me arrodillo, y le pido humildemente RIQUEZA... Pero solo de corazón.

martes, 29 de marzo de 2016

La mamá más mala del mundo...

La mamá más mala del mundo.
Siempre estuve segura de que me había tocado la mamá más mala del mundo. Desde que era muy pequeña, me obligaba a desayunar o a tomar algo por la mañana. Antes de ir a la escuela, por lo menos debía tomar leche, mientras que otras madres ni se ocupaban de eso. Me hacía un sandwhich o me daba una fruta, cuando los demás niños podían comprar papitas y comer otras cosas ricas.
¡Cómo me molestaba eso! Y también sus palabras: "Come, ¡anda!, ¡no dejes sin terminar!, ¡acaba! , ¡hazlo bien!, ¡vuelve a hacerlo!", y así siempre... Violó las reglas al poner a trabajar a menores de edad, y me obligaba a hacer mi cama, a ayudar en la preparación de la comida y hacer algunos mandados. El más horrible era ir por las tortillas con ese calor y las largas filas. ¡Cuánto trabajo!
Fui creciendo y mi mamá se metía en todo: "¿quiénes son tus amigas?, ¿quiénes son sus mamás?, ¿dónde viven?". Lo peor fue cuando empecé a tener amigos. Mientras las otras amigas los podían ver a escondidas, yo los tenía que pasar a la sala y presentarlos. ¡Era el colmo! Y el interrogatorio de costumbre: "¿Cómo te llamas? ¿dónde vives? ¿qué estudias? ¿trabajas?". Los quehaceres fueron en aumento... que barre, que arregla el closet, todo eso era enfadosísimo. Los años también pasaron. Me casé e inicié una nueva familia.
Ahora soy madre también, y con gran satisfacción le he dado gracias al Señor por mi mamá. Gracias al cuidado que tuvo con mis alimentos crecí sana y fuerte, y cuando llegué a enfermarme me cuidó con mucho cariño. Gracias a la atención que puso en mis tareas logré terminar mi carrera. Gracias a que me enseñó a hacer labores en la casa ahora tengo mi hogar limpio y ordenado y sé administrar mi hogar. Gracias al cuidado que puso para que yo escogiera a mis amigas aún conservo algunas, que son un verdadero tesoro... Gracias a que conoció a mis amigos, pude darme cuenta quién era el mejor y ahora es mi esposo. "Gracias, Señor", le dije desde el fondo de mi corazón, "por darme a mi mamá, a mi mamá querida, a quien solo le vi defectos y no cualidades, a esa mamá, que me ha amado tanto y me formó tan bien. Sólo te pido, Señor, que ahora que tengo mis hijos, me consideren la mamá más mala del mundo".

jueves, 17 de marzo de 2016

El día que me volví invisible...

El día que me volví invisible.
No sé qué día es hoy, en esta casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos, están todos confusos. Me acuerdo de aquellos grandes almanaques, ilustrados con las imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso, todas las cosas han ido desapareciendo, y yo también me voy borrando sin que nadie se dé cuenta.
Primero, como la familia aumentó de número, me cambiaron de cuarto; después me pasaron a otra habitación más pequeña que compartía con una de mis bisnietas y ahora ocupo el cuarto de los trastos, el que está en el patio de atrás, ese cuarto al que van a parar todas aquellas cosas que ya no se usan. Dijeron que cambiarían el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que no le va nada bien a mis dolores reumáticos.
Desde hace tiempo tengo intenciones de escribir, pero me ha sido imposible; me he pasado semanas buscando un lápiz y cuando al fin lo encontré, lo dejé en algún lugar seguro para poder encontrarlo fácilmente, pero me he olvidado dónde lo puse y es que a mis años las cosas se pierden con demasiada facilidad.
La otra tarde me di cuenta que mi voz también había desaparecido. Lo supe porque cuando le hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan, todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos escuchando lo que dicen. A veces he intervenido en la conversación, segura de que lo que voy a decir no se le ha ocurrido a ninguno y les va a servir de mucho mi consejo. Pero no me oyen, no me miran, ni me responden…
¿Qué puedo hacer en estas situaciones? No lo sé, yo con una gran tristeza, me retiro a mi cuarto y allí termino de tomar mi taza de café, o lo que estaba haciendo.
Lo hago así para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido, y vengan a buscarme y me pidan perdón… pero de momento no ha venido nadie.
El otro día les dije que cuando me muera entonces sí me iban a extrañar, y el nieto más pequeño me preguntó: ¿Abuela, tú todavía estás viva? Les causó tanta gracia que no paraban de reír.
Pero yo estuve tres días llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas para la bicicleta y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que soy una persona invisible. Me sitúo en medio de la sala para ver si molestando me ven o me dicen algo, pero mi hija me mira y sigue barriendo sin tocarme, y mis nietos pasan corriendo de un lado a otro sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil, le llevé un té especial, que yo misma preparé, se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Él estaba mirando la televisión y ni con un simple parpadeo me dejó entender que se daba cuenta de mi presencia. El té se fue enfriando poco a poco… mi corazón también.
Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos al campo, me puse muy contenta, hacía tanto tiempo que no salía, y menos al campo.
El sábado fui la primera en levantarme, quise arreglar las cosas con calma, los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para estar lista a la hora de la salida. Ellos entraban y salían de la casa corriendo, colocando bolsas y juguetes en el auto.
Yo ya estaba lista hacía rato y muy feliz me puse a un lado esperando que terminaran los preparativos del viaje. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en risas y cantos, comprendí que yo no estaba invitada; tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.
Sentí cómo mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta más las ganas de llorar. Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero curiosamente, parece que ya no cumplo años, porque nadie me felicita, ni lo celebramos, todos están tan ocupados… Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan y se besan.
Ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos entre mis brazos como si fueran míos, sentía su suave y tierna piel y su cálida respiración muy cerca de mí, sus vidas tan nuevecitas se me metían en el corazón como un soplo de brisa fresca y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar… Pero un día mi nieta Laura que acababa de tener un bebé, me dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños por cuestión de salud; entonces ya no me acerqué más a los niños, por temor a que les pasara algo a causa de mis imprudencias. Tengo miedo de contagiarles algo terrible.
A pesar de todo yo los bendigo y los perdono, porque ¿Qué culpa tienen ellos de que yo me haya vuelto tan poco útil?
Este relato es crudo, pero real. Muchos de nosotros no toleramos la actitud de los ancianos, aunque ellos tuvieron toda la paciencia del mundo, para criarnos, educarnos y ayudarnos a ser lo que somos. Ellos pusieron toda la atención a nuestras primeras palabras, eran incomprensibles, ni sabíamos lo que decíamos… y hoy no los escuchamos porque dicen tonterías.
Recordemos que la vida es como un eco que te devolverá lo que tú le ofreces.
Amar, cuidar, respetar a los ancianos y no hacerlos sentir invisibles, no solo es un acto de amor, es un acto de justicia.

«Si permites que tus hijos traten a sus abuelos como en esta historia, ya sabes cómo te tratarán cuando tu seas mayor»

Corazoncitos.

Corazoncitos.